Yo soy contrario a la cadena perpetua. Considero que una condena, además de su evidente función punitiva, ha de tender también a la rehabilitación y reinserción del condenado, y la cadena perpetua por su propia naturaleza no ofrece esa posibilidad. Toda pena ha de tener, por tanto, un límite temporal.
Ahora bien, y aquí podría tener encaje esta nueva figura de la prisión permanente revisable, si cumplido ese límite temporal, una comisión de expertos dictamina que la persona no está rehabilitada y existen grandes posibilidades de reincidencia en el delito, sí me parece bien que la pena pueda prorrogarse hasta, si acaso, la completa rehabilitación.
Esto supondría llegar a la cadena perpetua como derivación “a posteriori”, pero con lo que nunca estaría a favor es con una condena perpetua “a priori”.
Por otro lado, es obvio que la cadena perpetua no tiene en sí misma ningún efecto disuasorio, de modo que no eliminará la comisión de los delitos a los que supuestamente se aplicaría, los cuales continuarán, por desgracia, produciéndose con la misma brutalidad. ¿Qué se pretende entonces con ella? ¿Justicia? Yo creo que más bien venganza. Y ese mismo deseo de venganza es el que llevaría entonces a la sociedad a una nueva exigencia, cual sería posiblemente la pena de muerte.
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