Iniciado por Abel80crack
Hola a todos/as, os cuento mi caso a ver qué os parece.
Mi chica y yo llevábamos 8 años de relación, perfectos, con armonía, con cariño, amor, lo pasábamos muy bien juntos, teníamos las mismas aficiones: montaña, salir de cervezas, ver series, música, etc. Entre nosotros reinaba a felicidad y el buen rollo. Parecía una relación perfecta, todo el mundo nos lo decía.
La única pega era que últimamente ella no quería hacer mucho el amor conmigo, siempre estaba cansada. A veces nos tirábamos meses sin hacer nada. Yo le decía que parecíamos compañeros de piso. Eso cambió hace cosa de un año cuando empezamos a intentar tener un hijo, lo hacíamos bastante a menudo, aunque, bien es cierto, que muchas veces ella no ponía mucho de su parte y el sexo a veces era un poco mecánico.
En marzo le descubrí unos correos con su profesor de pilates en los que ella decía que tenían que normalizar la situación y olvidar el mal rollo, que ambos habían sido muy emocionales y que los momentos que habían pasado juntos habían sido muy intensos.
Él le contestaba que, después de lo que había pasado entre ellos, era difícil que no volviera a pasar nada. Ella insistía en que no quería renunciar a que él fuera su profesor de pilates y que quería pasar página y que necesitaba un abrazo de él.
Le pregunté qué era todo aquello y, después de muchas mentiras y medias verdades, me dijo que se había enrollado con él. Según ella, sucedió en noviembre, cuando yo estaba de viaje ella quedó en su casa para cenar con él.
En los postres se enrollaron (según ella no hubo penetración). Ella salió de casa totalmente arrepentida y sintiéndose fatal.
La noche siguiente ella volvió a casa para hablar con él sobre el tema y se volvieron a enrollar, según ella muy poco porque ella se fue.
Durante noviembre y diciembre estuvieron mandándose whatsapps calientes hasta que decidieron cortar (sobre enero). Desde entonces en las clases de pilates él no le dirigía la palabra a ella y eso hizo (según ella) que tuviera un efecto contrario al que pretendía, que ella pensara más en él todavía, además la situación era muy incómoda, pues él seguía siendo su profesor.
Os podéis imaginar el gran desengaño que me llevé. Porque la infidelidad no fue rollo de una noche, sino que fue un flirteo continuado por parte de ambos. Yo por mi parte, que estaba perdidamente enamorado de ella estaba totalmente desconectado del “mercado”, no tenía ojos para nadie más, estaba totalmente volcado e ilusionado en la relación. Además, joder, estábamos intentando tener un hijo mientras ella andaba buscando (y encontrando) otro hombre.
Ella me jura y perjura que me ama que no hay nadie con el que me pueda comparar, que soy el hombre de su vida y que se siente despreciable por lo que hizo y por el daño que me ha generado. Le dan ataques de ansiedad cuando habla conmigo, está muy triste y quiere volver a toda costa.
Hace dos semanas le propuse olvidarlo todo y pasar página (estaba convencido de hacerlo, pues tener esto en la cabeza tampoco me viene bien a mi). Solo le puse una condición: que cortara toda relación con este hombre. Cuál fue mi sorpresa cuando me dijo no lo pensaba hacer. Que quería saber de su vida de vez en cuando. Que yo no le podía decir con quién se puede relacionar ella. Que el problema era mío, porque lo que no tenía era confianza en ella y hasta que no la recuperara no podíamos hacer nada.
Después de discutir durante una hora, le dije que ella solita había roto la relación dos veces: una cuando descubrí la infidelidad y otra en ese mismo momento.
Justo ahí me extendió la mano y me dijo que aceptaba mi condición, pero a mi así no me vale. La conozco y sé que contactará con él para preguntarle qué tal está, qué tal le va….Y yo no puedo vivir con esa desazón. Le pedí que saliera de casa, se fue y ¿sabéis lo que hizo? Llamar a este hombre. Estuvieron media hora hablando por teléfono.
En los días posteriores matizaba su aceptación; necesitaba tiempo para volver conmigo, no podía asegurar que impulsivamente un día acabara llamándole y no quería hacerme daño. Al decirle que entonces eso suponía el fin de la relación ella reaccionó diciendo que “Iba a poner todo de su parte para no contactar con él”, pero que no me podía asegurar al 100% que no lo haría porque en esta vida ella no puede asegurar nada al 100%.
Sigue jurando y perjurando que me ama, que soy el amor de su vida y que no sabe encontrar la felicidad sin mi, pero yo veo que sus palabras no coinciden con sus actos. Habla mucho, pero no hace nada real para arreglar la situación. La gran oportunidad que le brindé la rechazó, y además casi ofendida.
Ella ahora mismo me dice que ella ha aceptado mi condición, pero ¿sabéis? A mi no me vale que la acepte de esa forma. Creo, además, que tenía que haber salido de ella.
Algunos amigos me dicen que ella me quiere, me tiene cariño, pero no está enamorada. Ella me dice que no, que está locamente enamorada de mi, que soy el hombre de su vida, etc.
A mi todo esto me descoloca y me desorienta, ¿qué opináis? En realidad pienso que yo le daba estabilidad, seguridad, buen rollo, armonía, soy una persona que me gusta que reine la tranquilidad y la felicidad, me gustan cosas que a ella también: salir a la montaña, viajar, tomar cervezas y que en torno a mi haya positividad.
A veces pienso que ella misma cree que está enamorada, pero realmente lo que tiene hacia mi es cariño. Nada más. Yo estoy perdidamente enamorado de ella, pero no sé qué hacer. Lo que tengo claro es que no quiero que me vuelva a hacer daño, he sufrido mucho.
Gracias por escucharme.
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