Cuando entramos en el mundo de las intenciones humanas tendemos mucho a presuponer, a juzgar anticipadamente y a dar por sentadas interpretaciones, intenciones y estrategias que pueden no tener nada que ver con la realidad.
En el caso de Sukhoi, es perfectamente normal que esté perplejo ante esos mensajes de su ex. Lo que seguro que no le resultan son indiferentes, porque de ser así no estaría preguntando al foro cuál puede ser su significado.
Y aquí entramos siempre en el terreno de las experiencias que hayamos podido tener cada uno, y desde ese prisma, al menos, voy a opinar yo.
Cuando se producen mensajes a tanto tiempo vista del final de una relación es muy probable que se deban a dos cosas:
- — Que hay aún alguna clase de sentimiento
- — Que sobrevive algun tipo de re-sentimiento
En el primer caso la respuesta es sencilla, pero no tan obvia como parece. Que exista aún sentimiento no significa que éste sea de amor necesariamente. Puede ser alguno positivo, como la amistad, el deseo de asegurarse que a la persona le va bien,... lo que sea; pero también puede ser de tintes menos altruistas, como dependencia emocional de una relación, necesidad de seguridad por si algo falla, baches con la actual pareja, problemas que no se le pueden contar a ésta...
Contando con que no estemos ante actitudes del segundo tipo, que son más frecuentes, si estás en presencia de la primera el amor no es algo que se reconstruya fácilmente. Si tu ex te dejó lo hizo por un motivo, y que vuelva ahora no significa que haya desaparecido. Ya te falló en su día y la relación debería ser basada en premisas actuales, no pasadas. Y para eso creo que ha pasado poco tiempo.
Creo que el segundo caso es más factible. Y cuando hablo de resentimiento no le doy la categoría que la palabra tiene comúnmente, sino otra más amplia. De ahí que utilice el guión:
RE-SENTIMIENTO= Volver a Sentir.
¿Sentir qué? Pues por lo general algo que en su día no pudo expresarse. Aquí hay que diferenciar los roles de
dejador y
dejado, porque determinan completamente el enfoque de ese re-sentimiento.
EL DEJADO
Si se trata de la persona
dejada, lo normal es que se trate de
dolores o cuestiones pendientes que en su día se dejaron sin resolver, y no de que fulanito o menganita sigan
colados por los huesos de aquel/aquella que los dejó (eso sería masoquismo emocional). En los tiempos que corren actualmente es —desgraciadamente— muy frecuente que las relaciones se rompan sin consenso, sin la conversación presencial pertinente y dejando a quien no quiere la ruptura en una situación de
shock que tendrá que digerir en solitario. A eso contribuyen no sólo las nuevas tecnologías —que hacen muy aséptico y cómodo el proceso para el
dejador— como whatsapp, correo electrónico y demás, sino la
escasa educación en valores que disfrutan(es un decir) muchas personas, y que prefieren quitarse el muerto de encima rápido y
pasar página (=olvidar lo que se ha hecho).
Para la persona dejada el proceso es distinto. Se deja que la mente tome el control y se pregunte el
por qué, cuando si se siente desde el Ser uno se da cuenta perfectamente que hay un único motivo:
que la otra persona no te quiere, te ha dejado de querer o directamente no lo hizo nunca. Se trata más bien de entender y aceptar el modo de la ruptura, que es lo que duele y hace daño: cómo alguien a quien quisimos tanto es capaz de despacharte en un par de líneas, o comportarse de un modo totalmente insospechado. Desde esa perspectiva pueden pasar dos años o dos décadas: la conversación con al otra persona es más una necesidad que algo útil. No despeja ninguna duda, pero permite cerrar bien (para uno) un capítulo de la propia vida. Porque de no hacerlo el daño se queda latente dentro y puede reaparecer en el momento más insospechado.
Lo normal, claro está, es que esa conversación no se produzca jamás.
EL DEJADOR
Para el dejador la óptica cambia. Aquí no se trata de digerir una ruptura no deseada, sino de
gestionar bien las emociones que provoca esa decisión y, sobre todo, el modo en el que se llevó a cabo. El re-sentimiento suele tener tintes de culpabilidad, y la necesidad de que el otro te perdone o al menos guarde un buen recuerdo de ti para sentirte mejor. El primer motivo es altruista; el segundo, egoísta, pero es el más frecuente. A nadie le gusta reconocer los errores propios. A nadie le gusta quedar como el/la malo/a de la película. A todos nos gusta que en sociedad se nos tenga bien considerados. Y el hecho de no habernos comportado como debiésemos nos hace estar intranquilos, inquietos ante la perspectiva de que los demás piensen que somos fríos, egoístas, frívolos o interesados.
Depende de la personalidad del dejador tomar una actitud u otra. Los hay —y creo que estamos en presencia, en parte, de ese caso— que necesitan lograr que la otra persona no los odie o guarde un mal recuerdo de ellos, y por eso los mensajes insistentes, en cierto modo obsesivos. Pero también los hay que cortan cualquier vía de acercamiento para evitar que la conversación con la persona dejada pueda producirse. Es un ejercicio de
amnesia selectiva ante un recuerdo que no nos gusta.
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¿Qué haría yo en tu caso?
Hablar con ella. Creo que es bueno para ti hacerlo y zanjar definitivamente la cuestión. Eso en modo alguno supone que tengas que darle la razón si crees que tienes algo que reprocharle. Es más: es la oportunidad de que puedas expresar —siempre de modo constructivo— lo que seguro llevas guardado por la ruptura, para que salga de ti para siempre. Si tienes pareja ahora seguro que, a menos que sea una persona insegura, lo va a entender perfectamente. Hablas y liberas tu espíritu y te centras en el momento presente, que es lo que verdaderamente importa.
Espero haberte ayudado con este
meño festivo que me ha salido. Namaskar, Sukhoi.