Hola chic@s!
Antes de nada, mil gracias por leer lo que os voy a contar.
Estoy en un punto en el que necesito respuestas... Y ya no sé donde buscarlas.
Os cuento:
Soy chica, estoy cerca de los 30 y soy lesbiana. Deportista, femenina, seria... y con un supermercado cerca de casa al que voy a comprar todos los días y donde hay una encargada a la que no conozco de nada y que me trae de cabeza.
Hace más a o menos 10 meses que entró a trabajar ahí. Es lesbiana y de mi misma edad. Por aquel entonces yo tenía novia, íbamos juntas a comprar y ella me comentó que la nueva encargada era atractiva, a lo que yo le respondí: "¿en serio? nunca me fijaría en ella". De hecho, ni siquiera me había fijado hasta que mi entonces chica me habló de ella. Desde el principio pensé: qué borde, qué seria... No es mi tipo. Pero hasta para eso el destino es caprichoso.
Al principio nos cruzábamos a la encargada y nos miraba, nada más. Mi entonces chica le devolvía la mirada... Pero yo siempre le giraba la cara. No me gustaba la idea de que mi ex se sintiera atraída por ella así que aposté por mostrarle mi rechazo desde el principio.
Siguieron pasando los días, las semanas... Y algunas veces nosotras íbamos agarradas de la cintura, de la mano y nos la seguíamos cruzando por los pasillos. Os cuento eso porque de ahí deduzco que ella sabe que soy lesbiana.
De tanto cruzarnos por los pasillos pude deducir algunas cosas viendo el día a día: es seria, no borde pero sí muestra cierta autoridad, apenas saluda a los clientes… Y da cierto respeto.
Bueno, pues pasaron los meses y nos la seguíamos cruzando, hasta que al final mi chica empezó a saludarla (y ella le devolvía un “hola" seco sin apenas mover los labios) mientras que al mirarme a mí fugazmente, yo le seguía girando la cara.
Hasta que, tras notar que desde lejos algunas veces me miraba, decidí clavar mis ojos en los suyos y decirle un “hola” que podría haber matado a cualquiera. Quise fulminarla con la mirada, pero ahí todo cambió: clavé mis ojos en los suyos, de inmediato sentí un vuelco en mi corazón y un peso en el estómago.
Desde entonces, siempre que iba a comprar, cruzábamos miradas sin decirnos nada más. Miradas fugaces pero intensas, al menos para mí.
Todo igual hasta que un buen día en diciembre pasado fui a comprar sola y al levantar la mirada del carro ahí la vi: mirándome fijamente, y diciéndome desde la distancia un “hola” mudo acompañado de una gran sonrisa. Ahí se despertó algo que ojalá nunca hubiese existido. Os lo juro. Así que presa de mi timidez rápidamente me fui para otro lugar, haciendo ver que buscaba algo… Hasta que curiosamente ella se fue para donde estaba yo a hablar con la chica de esa sección. Estábamos espalda con espalda a menos de 30 centímetros, así que aguanté 10 segundos y me fui. A los 10 minutos volví a cruzármela por otro lugar del supermercado: ni siquiera me miró.
Hace ya unos cinco meses de eso, y desde que nos cruzamos la mirada ese día siempre que nos veíamos intentábamos saludarnos. Cuando ella está ocupada hablando con los jefes de cada sección noto que me mira de reojo, de arriba abajo… Una vez se quedó mirando mientras yo saludaba a una mujer que conocía, y otra vez se puso a mirar el tatuaje que tengo en el pie... Siempre sabe donde estoy y siempre sé donde está. Nos buscamos. O la busco, ya no lo sé.
Y así seguíamos hasta que un día fui con mi madre y, al verla, le giré la cara fugazmente por los nervios y, al volverme, ya no estaba. Ahí pasó como tres semanas sin saludarme, fingiendo que no me veía mientras yo clavaba mi mirada en su nuca.
Hasta que hace dos semanas, al salir ella de trabajar yo subía al coche sola y, en ese segundo y pese a que quedaba en su ángulo muerto, avanzó, yo sabía que pasaría por ahí, ella no sé cómo sabía que yo estaba ahí, nos cruzamos las miradas tres segundos que se hicieron eternos y me regaló una sonrisa preciosa con un “hola” mudo que solamente pude imitar. Subí a mi coche, ella al suyo que estaba unos metros más adelante, aceleró, aceleré siguiéndole el ritmo rápido, y me apresuré a ir tras su coche hasta que tomó una dirección por la que yo no iba.
Después de eso, nos vimos tres veces más esa semana, siempre en el supermercado. Y todo parecía distinto. Nos sonreíamos. La primera vez yo estaba agachada, de espaldas, y mi chica con el carro. Pasó por detrás y, a diferencia de meses, semanas y días antes que no decía nada o saludaba a mi chica en silencio, soltó un “hola” a su paso lo suficientemente alto para que tuviera que levantarme y mirarla ya de espaldas. Lo sé: contado así parece una gilipollez, un arrebato de adolescente con las hormonas revolucionadas que busca explicaciones a algo que ni existe… Pero hay algo que me dice que me estoy perdiendo algo.
Esa misma tarde, volví a verla. A lo lejos. En realidad, a unos 20 metros. Ese día iba yo bastante mona así que notaba que la gente me miraba (es feo decirlo y no busco ser prepotente, pero bueno, siento que así fue… Y de hecho, me costó muchísimo tiempo aceptarme, valorarme y gustarme porque de pequeña a veces se reían de mí. En realidad me costó tiempo y esfuerzo: libros de superación personal, horas de gimnasio y años de verduras y carne a la plancha).
Pues bien, yo que nunca soy de saludar a nadie la miré a lo lejos y justo en ese mismo momento una compañera le dijo algo y se giró a mirarme. De nuevo: cruce de miradas muy a lo lejos, sonrisa tímida y tres segundos eternos junto a un “hola” mudo. Sé que puede parecer una gilipollez de nuevo, pero os juro que nunca la he visto saludar a mucha gente, y mucho menos sonreír. Y aquel momento me marcó.
Una vez, también, con el pasillo vacío y yo esperando en la carnicería, teniendo todo el paso libre detrás de mí, pasó entre el mostrador y yo, clavando su mirada en mis ojos y susurrando un “hola” mientras miraba mis labios a diez centímetros de mí.
Después, nada.
Volví a cruzármela dos veces más: en una de ellas ella estaba enfrascada en su móvil, sonriendo al leer un mensaje mientras yo pasaba por delante, y no fui capaz de soltar un simple “hola”. La siguiente vez sí lo hice, levantó la cabeza, me miró dos segundos y me lanzó una media sonrisa.
La última vez que la vi, de los nervios y mi malestar por sentir que algo se despierta en mí y no me gusta, solamente alcancé a mirarla mientras inconscientemente me mordía el labio. La miré, bajé la cabeza. Volví a mirarla mientras me miraba, desvié la mirada aún mordiéndome el labio y bajé de nuevo la cabeza. La miré por última vez, y seguí.
Otro día, mientras iba a buscar mi coche me la crucé cuando ella salía de trabajar. Yo estaba con el teléfono móvil, disimulando, delante de su coche casualmente… La vi y solamente alcancé a sonreírle mientras le decía “hola”. “Hola guapa”, me contestó con una sonrisa. A lo que volví a mi móvil por los nervios de no saber qué hacer, se subió al coche y fin de la historia.
Pues bien, desde ahí: cero. Y ya hace un mes de eso. Y desde ese "hola guapa" cuando ella subía al coche y yo estaba con el móvil, nada. Si me mira, me gira la cara. Incluso otro día al subir a su coche yo estaba delante, y de nuevo me ignoró y se metió en el coche.
Así que otro día al cruzarnos en el súper y ver que me miraba, le giré yo la cara. Y así vamos.
Hace un par de días estaba yo riendo con el chico de la caja y de la nada apareció ella, me miró y se puso a hablar riendo con otra cajera pero en lugar de tener su cuerpo mirando hacia ella lo tenía mirando hacia a mí...
Siempre son cosas así, pero de eso no pasa.
Ya ni siquiera sé si todo son imaginaciones mías, si estoy loca o si de verdad siente algo.
Cree que tengo novia, nunca he ido a hablarle ni preguntarle nada y por supuesto intento disimular al máximo que me gusta y muestro indiferencia (soy muy tímida para hacer lo contrario... Ligar con chicos se me da bien, pero con ella me hago pequeña y siento que no puedo ni sé).
¿Qué creéis? ¿Son imaginaciones mías? ¿Qué puedo hacer para salir de dudas? ¿Cómo avanzo? ¿Le tendría que hacer alguna señal para que vea que me atrae? ¿Cómo? ¿Qué me aconsejáis?
Hacía muchísimos años que no sentía nada igual... Y no me gusta esta sensación de sentir que me gusta muchísimo una persona que ni siquiera conozco.
Muchas gracias por avanzado y, sobre todo, por la enorme paciencia de haber leído hasta aquí. ¡Espero vuestros consejos!