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A mi me parece -sin parecer excesivamente borde o áspero- una birria maloliente, ponzoñosa.
De momento considero el Tinder como un buscador de rollitos; de aquí te pillo, hacemos alguna guarrerida, pa casa, venga, vamos, hale, chachipiruli, carpe diem, alea jacta est, etc.
Con esta característica nos dan a entender que hemos de ser "buenos hombres", pues procuramos establecer contacto con la civilización de las mozas sin recurrir a un tristísimo 'wapa-envíame-otra foto-quedamos-ahora-ok' y vamos subiendo de nivel como los Pokémon según van dándonos su aprobación, de forma explícita, o con palmaditas en la espalda con aspecto de divertidos iconos o barras de progreso (como las de las descargas). Pues no, me niego a tal experimento. Que somos seres humanos, leñe.
No necesito ser seleccionado tan descaradamente, aunque luzca maneras apropiadas y medianamente respetuosas, pasando con nota tal prueba. No necesito que me dé su aprobación una mujer; ya sea una buena mujer, de elaborados pensamientos e inquietudes, u otra -menos recomendable- que en vez de ejercer de necesario complemento espiritual o compañera de fatigas, busca mi cartera, o se desentiende de mis problemas, mientras escribe con numerosas faltas, haciéndome sangrar los hogos.
Muchos hombres necesitan contactar con buenas mujeres, y por culpa de todo el pavoroso baboseo reinante, se ven obligados a comulgar con gigantescas ruedas de molino, pasando filtros indignos, denigrantes, como la atrocidad del muapp este. Venga, muapp, mucho gusto, venga, venga.
Ahí deberían pasarse, sí, las bolas rodadoras del desierto.
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