En mi opinión, pienso que ha sido una gran decepción y para nada veo que sea un motivo de alegría haber perdido esta oportunidad, aunque es respetable que algunos lean este fracaso como algo que celebrar.
Hemos perdido la oportunidad de darle un impulso a nuestra maltrecha economía. Es posible que en tiempos de bonanza la arrogancia de políticos les llevo, sin que hubiese la más mínima garantía, hacer una apuesta arriesgada invirtiendo en las instalaciones, pero lo cierto es que están ahí y la única forma de rentabilizarlas y recuperar lo invertido es que hubiésemos logrado el objetivo, porque a fin de cuentas es dinero de todos y el que ahora pudiésemos exigir responsabilidades a los responsables del derroche no nos haría recuperar el dinero.
Es difícil saber la motivación del voto de los miembros del COI, que hayan apostado por Tokio, que ya organizo las del 64 y tiene un problema radioactivo, que Estambul fuese su segunda opción, con todo por hacer y la amenaza del conflicto sirio, resulta chocante que el que mejor lo tenía haya sido rechazado a la primera, incluso con una votación curiosa, de empate y desempate por un voto, habría que pensar si el que estemos en la cresta de la ola en la mayoría de deportes de elite es algo que no pueden soportar
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