En cierta ocasión le preguntaron a John Ford que definiese lo que era el cine, a lo que el famoso director contestó poniendo un ejemplo: “¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine”.
Ocurrencias de cineasta genial aparte, lo cierto es que a menudo no hay mejor manera de definir algo que recurriendo a ejemplos muy concretos. Viene esto a cuento de que el otro día mantuve una conversación profunda con un colega sobre el existencialismo y la vida en general, y como suele ocurrir en este tipo de charlas, acabamos envueltos en una telaraña de ambigüedades y divagaciones de todo tipo. Pues bien, hete aquí que esta mañana, soleada y luminosa, paseaba yo por la Gran Vía y empecé a fijarme en la agitación imperante, transeúntes que circulaban con prisa, otros que caminaban más relajados, algunos que se detenían a contemplar escaparates o las carteleras de cines y teatros, operarios que reparaban algún desajuste urbano, repartidores que te ofrecían publicidad de bares y restaurantes, madres que paseaban con sus hijos…, cada cual, en fin, a lo suyo, moviéndose, interactuando, agitándose en su devenir, saludándose en ocasiones…,y entonces me dije: esto es la existencia, esto es la vida, agitación, movimiento, sol…, el continuo fluir y fluir de voluntades y corazones que palpitan al unísono.
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