Aunque lo esencial te lo he contado en persona y tú no vayas a leer esto, tengo ganas de escribirlo también aquí.
Lo siento, por no haber estado a la altura, por haberte fallado, por no haberte dicho siempre lo que te tenía que decir, por haber dejado que el miedo pudiera conmigo, por darle tanta importancia a cosas que tal vez deberían ser secundarias, por haberme dejado llevar por la rutina y por haber sido incapaz de añadir a la relación la magia que teníamos al principio, esa que tanto busco y que tan bien nos habría venido.
Y gracias. Gracias por seguir cuidándome y estando ahí en los buenos y en los malos momentos después de haberlo dejado, por preocuparte por mí de corazón, por ser incapaz de enfadarte conmigo más de un día, por no ser como la gran mayoría, por demostrarme que, por encima de la etiqueta que pongamos, seamos pareja o no, sobrevivimos al tiempo.
Trece años desde que nos conocemos, y aquí seguimos, contando el uno con el otro, a pesar de todo. Gracias por ser el mejor amigo que se puede tener.
|