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Hoy me siento aquí, ante el teclado, para intentar vaciar el alma y romper amarras con la dicha de amarte durante casi cuatro años. Hoy me siento aquí, con el peso de la roca de un corazón ennegrecido por la privación de sentir. Hoy busco romper el dique de mi llanto para iniciar el camino a la redención… Hoy me desnudo ante mí mismo, ante mis recuerdos, ante mis sentimientos y ante mi propio dolor… HOY EMPEIEZO A OLVIDAR PARA PERPETUAR LOS BUENOS RECUERDOS, PARA QUE LA IRA, LA PENA Y EL DOLOR NO LOS CONVIERTAN EN SOMBRA DISTORSIONADA DE LO QUE FUERON….
¿Cómo empezar a contar lo que me corroe por dentro?... es desazón, una lucha interna entre lo que pienso y lo que siento… una pelea que sólo tiene un final, matar ese sentimiento para poder seguir viviendo… qué triste amar y no ser amado!!! O acaso es querer ser amado y no conseguirlo??? Si es así, más triste me parece y eso es lo que pesa en mí, esa sensación de fracaso que a los cuarenta se me antoja como una losa al cuello en un barco a la deriva cuyo final esta bajo el dosel del plácido mar…
Intento evocar tus ojos, tus labios, tu cara esculpida en la punta de mis dedos… intento recordar cada curva de tu rostro, ese que dibuje tantas y tantas veces en el vacío moldeando sus formas con mis manos para grabar en mi pecho lo que un día tanto amé… Intento evocar tu sonrisa, perlada de brillo alegre en tus pupilas claras, esa que podía desbaratar cualquier carga pesada sobre mis hombros con sólo asomar entre el sueño y la vigilia… Intento sentir lo que entonces, la poderosa fuerza de ser especial, la sensación sublime de creerme amado, la singularidad en mis labios y la dicha de ser único para la única que ocupaba mi alma… Intento recordar… Intento recordar… Intento recordar…
Han pasado más de seis meses y sólo hoy, sentado frente a este teclado, consciente del silencio, del vacío, de la pérdida, sólo hoy me voy a permitir llorar por ti, pero sobre todo por mí, por la sensación de soledad que me envuelve para empequeñecer los muros de esta casa que ya nunca será nuestra, que ya nunca verá tu rostro reflejado en los cristales del mirador, que ya nunca esperará anhelante tus sentencias para acicalarla… Ya nunca, nunca, nunca… ¡qué cinco letras bastardas que encierran en si la pena infinita de la pérdida!... Qué duro saber que la salvación pasa por asumir esas cinco letras ordenadas tal y como están, con todo su significado… Ya no habrá un mañana…
Hoy, en la hora de la despedida, soy consciente de que este es el único camino, el de la distancia, si quiero salvar lo poco que queda de mí tras tu marcha. Y aunque duela, aunque de miedo que delante sólo quede soledad, aunque las pesadillas de una vida no vivida tienten mi pensamiento para llevarme al precipicio de la desesperación, pese a todo debo ser honesto conmigo y contigo: DEBO DEJAR QUE TE MARCHES PARA PODER VIVIR
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Modo Híbrido
