Hay un limbo inmenso que rodea mi alma desde tu partida
un páramo desolador que me acomete cada noche...
Bueno, esto podría haber sido el inicio de un carta donde aceptara mi derrota.
Pero no soy tan débil y he entendido que por alguien como tú no vale la pena llorar, aunque en ocasiones acepto que me llego a quebrar.
Por mucho que me duela debo aceptar que la mujer de quien me enamoré falleció en el intento, no tuviste la valentía que se requiere para enfrentar la vida al lado de quien te amó como nadie (y de sobra lo sabes).
Sigues huyendo como es tu costumbre, y la mujer caprichosa que todo lo busca controlar ha terminado por controlarse a si misma. Prefieres refugiarte en la excusa de la depresión para no asumir tus responsabilidades y es hora de dejar de alimentar tu conducta.
Así que en los días venideros tu ausencia de noticias serán la excusa perfecta para dejar de ser tu "amigo" y retomar mi vida lejos de la tuya.
Te voy a extrañar, pero creo que no tanto como al principio...
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