La escribí cuando estaba en una época de bajón.
Hacía poco que me había divorciado, llegaba el otoño y sentía toda la tristeza del mundo encima.
De repente vi unas hojas en mi puerta, y me vi como ellas, caída, inútil...
Pero aquel tiempo me vino bien, toqué fondo. Me sentía tan sola, tan vulnerable, además tuve un revés de salud y me estaban haciendo pruebas, algunas un poco pesadas.
Sentía que no podía más, hospital, analíticas, falta de apetito, anemia galopante...mis hijos, la casa, el trabajo y el divorcio, todo se me caía encima.
Sin embargo, ahora veo que necesitaba llegar hasta el fondo para levantar cabeza y subir de nuevo.
La vida sigue...hasta que se acaba, la vida sigue.