En el pasado, siempre eran los hombres los que invitaban a las mujeres, porque ellas, normalmente, no trabajaban, con lo que no tenían poder adquisitivo. Pero ahora sí trabajan, y por tanto tienen algo más de poder adquisitivo, en comparación con las mujeres de generaciones anteriores. Lo que pasa es que, el que invite una mujer a un hombre, se relaciona con la independencia femenina, algo que sigue sin gustar a muchos hombres, por mucho siglo XXI, XXII o XXIII que haya
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