De mi primer ex, odiaba su facilidad para ponerme los cuernos con la primera que se le pusiera a tiro.
De mi segundo ex, odiaba que le gustase que estuviera siempre deslumbrante, le encantaba que me mirasen todos. Nunca lo entendí.
De mi tercer ex, odiaba que me dejase en casa mientras él hacia su vida, que me ignorase cuando le suplicaba que teníamos que hablar, odiaba su forma de darme con la puerta en las narices, una y mil veces.
Menos mal que me querían muchísimo, según ellos, menos mal...
Desde luego todos hicieron muchos méritos para convertirse en ex.